miércoles, 9 de julio de 2008

Adicciones

Sé que esto que voy a escribir "sonará" un poco raro en los tiempos en los que vivimos, pero lo cierto es que nunca he sido adicta a nada. No bebo alcohol -no lo necesito para salir por la noche con mi mejor amiga y llegar a casa a las 9 de la mañana, ponernos el bikini e irnos sin dormir a la piscina a pasar el día allí-. Además, creo que no lo tolero bien (el alcohol, claro está); si me tomo dos copitas de vino empiezo a notar que mis ojos no me pertenecen. Es como si cobraran vida propia y no hiciesen caso a las órdenes de mi cerebro. Es una sensación muy desagradable, así que no quiero imaginar lo que debe sentirse cuando te emborrachas. Creo que yo lograría el coma etílico con tres "caneis".
Tampoco necesito otro tipo de sustancias estimulantes para aguantar. Nunca las he probado. No he fumado nunca -por más que lo intento, no veo dónde reside el placer de rechupetear humo. Mejor un helado de mora y mandarina-.

Así que, ni bebo, ni fumo, ni tomo "sustancias que no se venden en farmacia legal"-como bien decía M-Clan- vamos, que no tengo vicios (si por vicio entendemos la utilización de elementos que pueden dañar mi salud).

Sin embargo, el otro día, en el transcurso de una conversación con mi primo sobre un reportaje que hablaba sobre las sustancias químicas que contenían los geles de baño, cremas, desodorantes y la escasa información de la que disponemos para saber si tal o cual componente puede mezclarse, hice examen de conciencia y me di cuenta de que soy adicta a las cremas. Sí, tengo una crema para cada parte de mi cuerpo y dependiendo de la hora del día. Hice recuento y entre todas me sale un total de...diez cremas diarias de diferente clase.
Pero lo que es peor, me di cuenta del por qué no leía los ingredientes con los que están hechos las cremas-yo que no me compro ni un simple kiwi sin antes leer y releer la etiqueta-: ¡No entiendo nada de lo que está allí escrito!

Así que me fui a mi casa y me puse a leer ingredientes de un par de cremas y me dije: ¿serán compatibles el "Methylparaben" que lleva una de las cremas que uso para mis pies con el "Acrylates/C10" que lleva la otra? ¿Quién demonios puede saber eso?

Al final, lo mejor sería que utilizase una crema para todo, lo que hizo toda su vida mi tía abuela Carmen, que murió con más de 80 años con una piel envidiable gracias a su embadurne matutino y diario, después de la ducha, con la nivea de la caja azul de toda la vida.

Me he propuesto firmemente prescindir de la mitad-por lo menos-, pero mejor las termino antes, ¿no?.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo, con el tema de las cremas (que sobre el de las adicciones escribiré en otro momento, ya que, por desgraciada experiencia a mi alrededor tengo ya elaborada una gran tesis doctoral, muy alejada de las terapias y "formas" habituales), soy un desastre. Soy generalmente metódica y constante en mi vida, pero me da mucha pereza darme cremas. Lo peor ( hasta hace poco tiempo ) que me las compraba con el firme propósito de usarlas y se quedaban casi enteras. Además, la mayoría no tienen fecha de caducidad. ¿Serán "eternamente" eficaces? ¿podré usar las que compré hace diez años? ¿Habrá mucha diferencia entre los componentes de la crema de pies y la antiestrías, anticelulítica, antiedad o lifting nocturno?

Lullaby dijo...

No sé si hay mucha diferencia, pero lo cierto es que sí tienen fecha de caducidad. Mira en el tarrito, yo no pondría la que compré hace diez años (aunque nunca se sabe, igual caducada es más efectiva) y tampoco me pondría en la cara esos líquidos anticelulíticos que dan calor...pero por lo demás, supongo que todas son lo mismo.

Anónimo dijo...

En realidad, las cremas o potingues no me los doy por pereza, pero sí que tengo una adicción, que además incluye aceites y cremas... los masajes. Uhmmm, un buen masaje te deja como nueva. Según la ocasión, masaje tonificante o relajante. Un gran placer.