Sí, todos tenemos deudas que no son necesariamente de tipo material. Yo tengo una desde hace tiempo, y esa deuda moral que contraje contigo no me permite estar tranquila conmigo misma (pero sé que llegará el momento en que pueda saldarla). Siento que mi forma de ser, ésa que tantas veces hace que me aisle y ni siquiera haga algo tan simple como teclear un número de teléfono, ha marcado para siempre una parte de mi vida. No he estado cuando tenía que estar, viviendo en la más absoluta de las ignorancias. Y siempre que estoy contigo, escuchándote, te miro a los ojos y miro un poco más allá viéndome en otro sitio, en el equivocado; en el que no debí estar nunca porque no tengo excusa posible.
El hecho de dar por supuesto que las personas a las que aprecio y quiero saben que pueden contar conmigo cuando lo necesiten es un error. Yo sé que pueden hacerlo, pero ¿ellas lo saben? Si tú no lo expresas de alguna forma, ¿es fácil adivinar tal cosa?. Quizás sea imposible.
No estuve un día, cuando más lo necesitabas y no me gusta la sensación que eso provoca en mí. Pero es algo que ya no puedo remediar. Sin embargo, a pesar de todo lo ocurrido, siento que nos ha unido más -aunque nunca hayamos estado alejadas-, siento que existe una conexión más profunda. La experiencia vivida te ha transformado...o no, puede que ésa no sea la palabra; creo que lo que ha hecho es que emergiera en ti lo que llevabas dentro escondido, lo que tenías dormido; ha conseguido que la vida con su dureza, con ese castigo inflingido de forma inesperada, destapara el tarro de tus esencias. Como tú dices: "todo ocurre por algo" y quizás, sólo quizás...el motivo de tanta prueba haya sido dejar aflorar lo más puro, fino y acendrado que existía dentro de ti.