La intimidad, ese espacio reservado para uno mismo en el que te muestras seguro, desinhibido, donde eres "tú" más que en ningún otro lugar. Te sientes a buen recaudo, escondido en un pequeño ámbito en el que te reservas de la curiosidad inherente al ser humano; a salvo de las indiscreciones ajenas.Pero siempre existe una cerradura por la que una pupila se dilata y enreda sus largos e invisibles brazos en ese rincón que sólo debería pertenecerte a ti. Siempre hay un oído atento que no puede -ni quiere- pasar de largo ante la tentación de la invasión de lo más profundo y recóndito que poseemos.
Puede que educar en el respeto a la intimidad del otro, sea una de las asignaturas pendientes que tiene el ser humano. Quizás llegue el día en el que los ojos dejen de esconderse tras una cerradura y los oídos se vuelvan sordos tras una pared.

4 comentarios:
No creo que sea posible esa intimidad, ya que existe la curiosidad, que es mucho más poderosa...
Debería ser posible porque es necesaria, por lo menos para mí lo es. Hay un lugar, un espacio alrededor, ese espacio vital, físico y también sensorial, emotivo, personal e íntimo, que se debería respetar por mucho que alguien desee conocerlo. Es cierto que ese espacio varía en amplitud de unas personas a otras.
La curiosidad es poderosa, pero el respeto debería serlo más.
A mí me alegra volver a "hablar" contigo Lullaby.
Totalmente de acuerdo contigo, iparberotsu...el respeto debería estar por encima de todo.
Debería.... pero la realidad es muy distinta.
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