Pasas tanto tiempo en el mismo lugar, rodeado de las mismas cosas, de la misma gente...acostumbrándote a la misma rutina, esa que te engulle sin apenas darte cuenta, que deshacer el nudo que te ata se convierte en un deseo desconocido hasta ese momento...Se pueden escuchar los silencios que proclaman el alivio, la descarga, el hecho de despojarte de un peso casi plomizo.
Pero esa sensación dura el mismo tiempo que tardas en darte cuenta de que en realidad te has convertido en prisionero de esa libertad.
Y un día, mucho antes de lo que habías imaginado, te das cuenta de que echas de menos lo que un día te provocaba hastío...que en realidad no se trataba de un hábito ni de una costumbre sino de una necesidad básica que por primaria pasaba inadvertida. Sólo cuando desaparece eres consciente de lo que has perdido o simplemente de lo que tenías.
Entonces inicias el regreso...
Bienvenido a casa

No hay comentarios:
Publicar un comentario