La definición latina es "Appetitus inordinatus vindictae", es decir, un “apetito desordenado de venganza”. Yo nunca había pensado en la ira como un deseo de venganza, quizás porque jamás me había puesto a analizar lo que es. ¿Si he sentido ira? Por supuesto, ¿quién no la ha sentido alguna vez en la vida? Pero yo diría que más que ira, son enfados y en mí nunca van unidos a la idea de vengarme, aunque sí de forma inconsciente puede que se busque dañar. El enfado desmesurado, la ira, se hornea dentro de uno y cuando estalla no hace distinciones, no le importa quién reciba la descarga. Lo único que busca es salir, escaparse de la prisión a la que le somete cierto grado de razonamiento. Una vez aniquilada la razón, la ira se desborda causando múltiples destrozos que provocan la confusión, una vez desaparecida la furia.En cierta ocasión recibí un pps (sí, uno de esos mensajes que tardan siglos en abrirse y que cuando lo hacen no terminas de verlo por ser extremadamente cursis) que me hizo meditar. Espero que quien lo lea, también lo haga.
Había una vez un niño que siempre estaba de mal genio. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que se enojase, tenía que clavar un clavo en la parte de atrás de la cerca de su casa. El primer día clavó 37 clavos en la cerca.
En las próximas semanas, según aprendía a controlar su mal genio, diariamente clavaba menos clavos. Entonces descubrió que era más fácil controlar su mal genio que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó el día en que el niño no se había enojado por nada. Se lo dijo a su padre, el cual le sugirió que ahora por cada día que no se enojase, sacara un clavo de la cerca.
El tiempo pasó y llegó el día en que le pudo decir a su padre que había sacado todos los clavos. El padre tomó a su hijo de la mano, lo llevó hacia la cerca y le dijo : "Hijo, has hecho muy bien, pero mira los huecos que han quedado en la cerca. La cerca nunca será igual. Cuando uno dice cosas con ira dejan cicatrices como éstas. Puedes clavarle un cuchillo a un hombre y sacárselo; no importa cuantas veces le pidas perdón, la herida permanece. Una herida verbal es tan mala como una física. "Perdóname si alguna vez he dejado un hueco en tu cerca."
En las próximas semanas, según aprendía a controlar su mal genio, diariamente clavaba menos clavos. Entonces descubrió que era más fácil controlar su mal genio que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó el día en que el niño no se había enojado por nada. Se lo dijo a su padre, el cual le sugirió que ahora por cada día que no se enojase, sacara un clavo de la cerca.
El tiempo pasó y llegó el día en que le pudo decir a su padre que había sacado todos los clavos. El padre tomó a su hijo de la mano, lo llevó hacia la cerca y le dijo : "Hijo, has hecho muy bien, pero mira los huecos que han quedado en la cerca. La cerca nunca será igual. Cuando uno dice cosas con ira dejan cicatrices como éstas. Puedes clavarle un cuchillo a un hombre y sacárselo; no importa cuantas veces le pidas perdón, la herida permanece. Una herida verbal es tan mala como una física. "Perdóname si alguna vez he dejado un hueco en tu cerca."

No hay comentarios:
Publicar un comentario