martes, 25 de marzo de 2008

¿Sexo?

Aquella mañana se levantó de la cama rápidamente, no debía desaprovechar el tiempo. Tantas cosas por hacer...la maleta, la ropa apropiada para la fiesta, los complementos adecuados y el maquillaje. No podía olvidarse nada. Para llegar hasta allí podía llevar ropa cómoda, era verano y el viaje duraría un par de horas. Un pantalón, una camiseta de tirantes y unas sandalias bastarían.
Durante el trayecto iba nerviosa, incluso emocionada por la fiesta a la que acudía. Llegó a su destino. El hotel fue más fácil de encontrar de lo esperado. Aparca frente a él y se siente satisfecha de no haberse perdido y poder dejar el coche en un sitio seguro.
Después de pasar por recepción, sube a la habitación asignada, deja todos sus bártulos y se tira sobre la cama, después de lanzar las sandalias, respirando profundamente y aliviada por haber llegado. Pero no queda más tiempo para reposar y debe empezar el ritual del cambio de imagen.Se quita los pantalones, la camiseta y la ropa interior. Entra en el cuarto de baño, se mira al espejo y tras tocarse el pelo y exhalar un profundo suspiro, se lo recoge para poder maquillarse; los labios rojos y los ojos oscuros, resaltando así su mirada. Se suelta el pelo y sacude la cabeza boca abajo. Perfecto, el resultado le agrada y se siente atractiva y deseable.
Se pone un sujetador negro sin tirantes, unas braguitas negras y vuelve a mirarse al espejo. Se siente bien, el negro la favorece sobre su piel morena por el sol del verano. "Ojalá él pudiese verme ahora"-piensa.Sólo queda el vestido; en un segundo un vestido negro de tirantes, pasa por su cabeza, se desliza por su cuerpo hasta quedar perfectamente encajado en su cuerpo. Se pone sus sandalias negras de tacón alto, los pendientes, el anillo y ultima los elementos básicos que deben estar en su bolso, incluido el teléfono.
Con todo ya en su sitio, vuelve a mirarse al espejo y le gusta lo que ve: "No estoy nada mal". Sonríe pícaramente.
El tiempo apremia, no quiere llegar tarde.
Aparece en la fiesta, una fiesta que comienza por la tarde, una tarde calurosa de verano. No conoce a casi nadie, sólo a tres o cuatro personas, pero siente las miradas de los extraños (quizás por desconocer quién es esa mujer). Después de unas horas riendo, charlando, comiendo, bebiendo alguien se le acerca y le dice: "Tus ojos son preciosos". No se lo esperaba y apenas puede responder un "gracias, eres muy amable".
La fiesta continúa, todo el mundo baila y bebe. Ella va al baño, ya son más de las doce de la noche y entre esa maraña de mujeres que se miran al espejo y retocan sus maquillajes, suena su teléfono. Lo saca del bolso y ve que es él. Sale corriendo del baño, allí no se puede oír nada, sube las escaleras y llega a la calle.
- No esperaba tu llamada hoy, y menos a estas horas.
- ¿No querías que te llamase?
-¿Estás loco? Me moría por escuchar tu voz.

Ella camina despacio hacia el aparcamiento que hay en plena calle y repleto de coches aparcados en batería. Se coloca entre dos, como buscando intimidad para poder seguir hablando con él.
-¿Qué tal la fiesta?
-Como todas, nada digno de reseña, le contesta ella con la emoción de tener su voz en sus oídos.
-¿Qué te has puesto?
Ella lo relata con todo lujo de detalle y él le dice: "Si estuviese ahí ya tendrías mi mano entre tus piernas". Los dos sonríen de forma cómplice y deseosos de que eso pudiera convertirse en realidad en ese momento.El ambiente comienza a caldearse y ella ya no está tan pendiente de que alguien pueda llegar a buscar su coche y que ése sea, precisamente en el que ella está apoyada. Sin pretenderlo, la conversación se convierte en una confusión de susurros y palabras calientes que provocan los jadeos de los dos.De pronto, él le dice:
- Mete tus dedos dentro de tus braguitas, introduce un dedito en tu precioso coñito y dime cómo estás.Ella, sin dudarlo un instante lo hace, no le importa que puedan ver cómo tiene que levantarse el vestido para poder hacerlo.
- Estoy empapada, cariño.
-Chúpate el dedo (ella lo hace sin dudar)Él suelta un gemido de placer al escucharla con esa voz susurrante y jadeante que tiene ella.
-¿Cómo estás tú? Pregunta ella.
-Listo para follarte, putita mía.
En ese momento todo se confunde, los jadeos de uno y otro, los gemidos, su voz en el oído de ella animándola a que se masturbe y ella, como una sumisa que obedece las órdenes de su dueño, lo hace ahogando los gritos, pero totalmente desinhibida ante tanto placer. Él hace lo mismo al otro lado del teléfono y sus gemidos, suspiros y jadeos se mezclan con los de ella formando uno solo.
-Ahora quítate las braguitas y mételas en el bolso, quiero que vuelvas a la fiesta sin ellas.
Ella obedece de nuevo.De repente es consciente de dónde está, en aquel aparcamiento donde cualquiera podría haberla visto.
-¿Te das cuenta de lo que acabo de hacer? Le dice ella.
-Me ha encantado, me gustas así, salvaje y sin miedo.
-¿Sabes que te deseo? zorrita mía.
Y yo me pregunto, ¿es esto sexo? Si no lo es, se le parece.

3 comentarios:

Buscando el Norte dijo...

No solo es Sexo...es la expresión de la PASIÓN por la otra persona... la necesidad del contacto ( sea como sea ).. Muy real, me gusta..
Por cierto, cuando leia la descripción de los hechos ante el espejo... me imaginaba que eras tú... ( sujetador negro sin tirantes, anillo y pendientes son tus clásicos, y la ausencia de collar ).. jejeje

Lullaby dijo...

Siempre hay que recurrir a detalles conocidos para hacer las descripciones más reales, no te parece?
Bueno, me puedo dedicar al relato erótico o no?

Buscando el Norte dijo...

SEGURO QUE TE FORRAS.... HAZLO.... DÁ MUCHO MÁS QUE LA EDUCACIÓN...
Por cierto ( no tiene nada que ver, pero lee este articulo de maruja Torres:
http://www.elnuevoherald.com/187/story/179639.html
y me cuentas... )