No, no creas que copio tu post. Como sueles decir, mi blog es tétrico, oscuro y no podía dejar pasar la oportunidad de dar mi opinión sobre la eutanasia; un tema que aparece y desaparece del mismo modo que aparecen las personas que piden de forma desesperada el derecho a una muerte digna.Junto con el derecho al aborto, la eutanasia es uno de los mayores debates éticos de nuestro tiempo, unido éste al concepto de suicidio asistido.
Quizás lo más justo es empezar por el principio y ése es la etimología de la palabra eutanasia: eu = bueno, thanatos = muerte, que significa "buena muerte".
Y su significado primero, en la antigüedad greco-romana, sin que se llamara de esa manera, fue: "Felici vel honesta morte mori" (morir con una muerte feliz y honesta), lo que significa el morir bien.
La palabra “eutanasia” aparece en el siglo XVII, atribuyéndose al filósofo Francis Bacon, y ésta fue concebida como: "La aceleración de la muerte en un hombre enfermo".
En la Edad Media, Tomás Moro, afirma por una parte que se debe prestar a los moribundos todo cuidado y solidaridad. Pero considera que, en casos de dolores extraordinarios, se puede recomendar poner término a su vida. Se le puede causar la muerte al enfermo, si éste está de acuerdo.
Los profesionales de la medicina, sin embargo, tienen que someterse a un juramento, el Hipocrático en el que juran: "Jamas daré a nadie una medicina mortal por mucho que me lo soliciten". Esto parece estar éticamente en contra de la eutanasia o del ya nombrado, suicidio asistido.
Pero si recordamos a los filósofos de la antigüedad, como por ejemplo Séneca, éste diría: "Es preferible quitarse la vida, a una vida sin sentido y con sufrimiento". Epícteto, por su parte, predica la muerte como una afirmación de la libre voluntad.
Hoy, la eutanasia significa "la acción médica por la que se provoca la muerte de una persona enferma".
Como podemos observar el debate no es nuevo, ¿eutanasia sí, o eutanasia no?.
La muerte es difícil de aceptar por los que rodean al enfermo, quizás es una parte de nuestro egoísmo, que hace que pensemos más en nosotros mismos que en el propio enfermo. ¿Qué será de mi vida sin él? ¿cómo voy a vivir sin él? Siempre pensamos en el yo y no en el tú. ¿Por qué nos empeñamos en prolongar algo irreversible? Aferrarse a una persona, aunque sea durante minutos, es lícito, pero también es lícito que esa persona quiera dejar la vida con un mínimo de dignidad.
¿Quién de nosotros no tiene un caso en el que el haber recurrido a la eutanasia hubiese evitado el sufrimiento a la persona que quieres? Quizás, en realidad, sea un acto de amor. Amor, sí, porque tener un cáncer de huesos que te devora en un par de meses, con unos dolores tan terribles que no pueden tocarte porque sientes que te rompes y alargan tu agonía con la morfina un día más, otro más, hasta que por fin, deja de ser lo que nunca había sido; un ser con delirios y con la mente atrofiada por todo lo que entra en su cuerpo, no pueda decirse que sea un acto de amor a esa persona, más bien es un acto de amor a uno mismo.
Si cuando tenemos un animal en casa, el veterinario, ante su enfermedad te dice que es tan grave que sólo le acarrea sufrimiento y que lo mejor es ponerle fin y nosotros, a pesar del amor que sentimos por él, porque forma parte de nuestras vidas, o precisamente, por ese amor que le tenemos queremos evitar que tenga un final cruel...¿qué es lo que nos impide que hagamos lo mismo entre nosotros, los seres humanos?
François Miterrand, al comprobar en su propio cuerpo los efectos de una enfermedad devastadora, hablando de la muerte dice:
“En el instante de mayor soledad, con el cuerpo enfermo al borde del infinito, se establece una percepción del tiempo que escapa a los parámetros habituales. Con la ayuda de una presencia amiga a quien expresar el dolor y la desesperación, los enfermos llegan, a veces en pocos días, a abrazar su vida entera, a apropiarse de ella, a discernir la verdad que entraña. Descubren la libertad de aprehenderse a sí mismo. Como si, en el momento final, todo se desvinculase del fárrago de las penas y las ilusiones que impiden pertenecerse a sí mismo. No dilucidan el misterio de la vida y de la muerte, sino que lo viven plenamente.
(…) La muerte puede hacer que un ser humano llegue a ser aquello a lo que estaba destinado; la muerte puede ser, en el sentido más completo del término, un cumplimiento”
¿Qué más se puede decir? Después de estas palabras, sólo que desde el momento del nacimiento comienza la cuenta atrás para encontrarnos con la muerte y que en nuestra sociedad no estamos educados para aceptarla como parte de la vida.

3 comentarios:
FANTASTICO.... te veo haciendole la competencia a Rosa Montero....
Nota: Me cago en Internet Explorer, y en Bill Gattes... mi Blog, hace lo que le dá la gana ( me saca de quicio )
Muchas gracias, es amor de primo, que me miras con buenos ojos.
Tu blog es un insumiso, vas a tener que probar con el látigo a ver si es que le va el sado.
La eutanasia es un tema muy pantanoso. Se habla de legalización de la eutanasia para casos límite. Pero en Holanda, donde lleva legalizada años, no es así; se va haciendo habitual y va calando la mentalidad de que si estás enfermo lo mejor -para todos- es pedir la eutanasia, en detrimento de los cuidados paliativos
Preguntar a un enfermo si desea pedir la eutanasia es ponerle ante un dilema y ya tiene consecuencias en él. Si pide la Eutanasia, se le quita la vida y acaba el dolor, claro. Pero ¿y si pidiera medicina paliativa? Algunos dirán, con tono comprensivo, que no pasaría nada, todo sigue como siempre, se le cuida hasta que muera. Pero no. Ya nada es como antes. Si elige seguir viviendo, siempre tendrá que explicar por qué ha optado por una solución que supone más sacrificios a sus cuidadores, más dinero al Estado por gastos de la Ley de Dependencia y gastos sanitarios. El mismo personal sanitario que le cuida es el que le hubiera quitado la vida. Y como el enfermo no ha querido, hay que seguir cuidandole. Y total, para seguir sufriendo. Y los familiares, que quizá le sugirieron la eutanasia, son los que deben seguir viniendo a verle no se sabe cuantos meses o años más. Y quitando tiempo de dedicación a los niños, y con la hipoteca que les agobia, y en vacaciones, a ver que pasa... Los médicos o los familiares, no va a decir así las cosas, claro. Pero no somos tontos y sabemos cuando algo que hemos decidido no ha caído bien o resulta un engorro.
Encima, el Estado es parte interesada. Aunque los políticos se indignen, saben perfectamente que cuanta más eutanasia, más millones de euros para otros gastos sanitarios. Cuestan mucho menos dinero los trámites de defunción que un día más de cuidados paliativos. Para un contable sin prejuicios morales la mejor solución está bien clara: animar a pedir la eutanasia a todos. Sin embargo, nuestros mayores y nuestros enfermos, que con su vida han colaborado a hacer un mundo más humano, se merecen la mejor solución aunque cueste más. Si alguien quiere tener más reflexiones de interés sobre este tema en la etiqueta “EUTANASIA”: http://opinionciudadano.blogspot.com/ se encontrará unas cuantas
Gracias por ofrecerme la opción de opinar,
Santiago
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