lunes, 10 de marzo de 2008

Locura

Al hilo del post anterior he recordado un libro de Paulo Coelho, (creo que es el único que he leído de él que realmente me ha enganchado) que se titula: "Verónika decide morir". A grandes rasgos trata sobre la historia de una mujer joven, que lo tiene (aparentemente) todo en la vida y sin embargo, una mañana decide quitarse la vida. Al no conseguirlo, es ingresada en un hospital psiquiátrico donde va a descubrir una serie de sentimientos, antes no experimentados y además revalorizará su vida. Pero esta historia es una historia, ante todo, sobre la locura. Es una historia sobre todos aquellos que no siguen el camino marcado porque sienten la necesidad de encontrar otros nuevos; éstos son los considerados locos y los que siguen la senda son los "normales".
¿Quiere esto decir que para alcanzar la felicidad haya que quebrantar las normas? No, no es necesario, simplemente nos educan para caminar por donde todo el mundo lo hace, para cumplir reglas e impiden que salga a flote nuestro universo interior; que nos manifestemos como realmente somos por temor a tomarnos por locos.
La novela nos muestra de forma sutil que seamos capaces de plantearnos hacia dónde vamos y que conozcamos el verdadero valor de nuestras vidas, de nuestra existencia.
El hecho de ingresar en un centro psiquiátrico y una vez allí, diagnosticarle una lesión cardíaca irreversible, hace que Verónika aprecie todo lo que se está perdiendo en el exterior, a apreciar la vida con la que una vez quiso acabar, a apreciar la vida que realmente quiere vivir. Toda vida desemboca en la muerte, pero ¿por qué ésta ha de ser infeliz? ¿Vivir y morir como uno desea, es malo? ¿Alejados de las reglas que se supone todos debemos cumplir aunque no dejemos salir lo que realmente llevamos dentro?

En una pasaje de la obra se dice:
"Cuando yo aún era joven y ejercía la profesión de abogada, leí cierta vez a un poeta inglés, y una frase de él me impactó mucho: «Sed como la fuente que se derrama y no como el tanque que siempre contiene la misma agua.» Siempre pensé que él estaba equivocado: era peligroso derramarse porque podemos terminar inundando zonas donde viven personas queridas, y ahogarlas con nuestro amor y nuestro entusiasmo. Entonces, procuré comportarme toda la vida
como un tanque, nunca yendo más allá de los límites de mis paredes interiores.
Me transformé en exactamente aquello que había luchado tanto por evitar, en una fuente que se derramó e inundó todo a mi alrededor. El resultado de eso fue mi ingreso en un psiquiátrico".

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