viernes, 21 de marzo de 2008

De Carlos Marx para Jenny

Querida mía:
De nuevo te escribo porque me encuentro solo y porque me apena siempre tener que charlar contigo sin que lo sepas ni me oigas, ni puedas contestarme.
La separación temporal es útil ya que la comunicación constante origina la apariencia de monotonía que lima la diferencia entre las cosas. Hasta las torres de cerca no parecen tan altas, mientras las minucias de la vida diaria, al tropezar con ellas crecen desmesuradamente. Lo mismo sucede con las pasiones: los hábitos consuetudinarios, que como resultado de la proximidad se apoderan del hombre por entero y toman forma de pasión, dejan de existir tan pronto desaparece del campo visual su objeto directo. Las pasiones profundas, que como resultado de la cercanía de su objetivo se convierten en hábitos consuetudinarios, crecen y recuperan su vigor bajo el mágico influjo de la ausencia.Así es mi amor. Al punto que nos separa el espacio, me convenzo de que el tiempo le sirve a mi amor tan solo para lo que el sol y la lluvia le sirven a la planta: para que crezca. Mi amor por ti, cuando te encuentras lejos de mí, se presenta tal y como es en realidad: como un gigante; en él se concentra toda mi energía espiritual y todo el vigor de mis sentimientos.
Adiós, querida mía.
Tu Carlos.

2 comentarios:

Buscando el Norte dijo...

La soledad te persigue... incluso tu mejor amiga se llama Soledad... ¿curioso verdad ?

Lullaby dijo...

Nunca lo había pensado y ahora, al leerlo he sentido algo extraño recorriendo mi piel. Quizás sea premonitorio, quizás sea que mi destino esté marcado y me conduzca, sin pretenderlo, hacia la soledad.
Me ha encantado tu apreciación, que te hayas dado cuenta de ese detalle y me has hecho pensar...y cuando pienso demasiado...
Gracias