"El remedio al dolor, que es, dijimos, el choque de la conciencia en la inconciencia, no es hundirse en esta, sino elevarse a aquella y sufrir más. Lo malo del dolor se cura con más dolor, con más alto dolor. No hay que darse opio, sino ponerse vinagre y sal en la herida del alma, porque cuando te duermas y no sientas ya el dolor, es que no eres. Y hay que ser. No cerréis, pues, los ojos a la esfinge acongojadora, sino miradla cara a cara, y dejad que os coja y os masque en su boca de cien mil dientes venenosos y os trague. Veréis qué dulzura cuando os haya tragado, qué dolor más sabroso..."Miguel de Unamuno. Del sentimiento trágico de la vida
(Una auténtica delicia, como todo lo de Unamuno)

2 comentarios:
Bien, prefiero "ser" a "evadirme" para remediar mi dolor. Lo miro cara a cara... el problema ¿Qué hago cuando no termina de tragarme y el dolor dura tanto tiempo que me deja sin ninguna fuerza ni esperanza?
No soy la persona más apropiada para contestar a esa pregunta. Con frecuencia, ese tipo de dolor del que hablas, me invade y nunca he podido salir sola de él. A mí simplemente me gustaría no tener que pensar o ser capaz de no pensar.
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